Es muy común que en algún momento nos preguntemos si ese nerviosismo o preocupación que sentimos está pasando de ser algo puntual a influir en nuestro día a día. Por lo tanto, debes identificar si el tipo de ansiedad que sufres, se ha convertido en un factor que limita tu vida diaria para poder tomar las riendas. A veces creemos que vivir con ansiedad es lo “normal”.
Que estar siempre con prisas, sentir el pecho apretado o dormir mal es simplemente parte de la vida. Pero no tiene por qué ser así. En este post te acompaño a identificar las señales de que la ansiedad puede estar afectando tu día a día, tanto si eres adulto como si estás en la adolescencia. Reconocerlo es el primer paso hacia el bienestar emocional.

Cuando la ansiedad se convierte en un problema que debes solucionar
Sentir ansiedad no es necesariamente algo negativo. De hecho, todos la experimentamos en algún momento: antes de un examen, al tener una conversación importante o al enfrentar una situación nueva. En esos casos, la ansiedad nos activa, nos protege y nos
El verdadero problema surge cuando esa ansiedad no se va. Cuando empieza a aparecer sin que haya un peligro real, cuando interfiere en tus rutinas, o cuando tu cuerpo y tu mente están siempre en modo “alerta”. Entonces, debes plantearte qué significa que ya no es normal.
- Que te despiertas y ya tienes una sensación de nervios en el estómago sin razón aparente.
- Que lo que antes disfrutabas ahora te genera tensión.
- Que vives con la sensación de que algo malo va a pasar, aunque todo esté aparentemente bien.
- Que tu cuerpo está tenso, cansado o acelerado la mayor parte del día.
- Que tu mente está tan llena de pensamientos que no puedes “apagarla” ni descansar.
En estos casos, la ansiedad deja de cumplir su función protectora y empieza a limitarte. Deja de ser útil y se vuelve una carga. Y no es tu culpa. No es que no sepas “gestionar” o que seas débil. Es una respuesta emocional que puede desbordarse y que merece ser atendida por un profesional.
Conoce las señales de alerta en los adultos
En los adultos, las responsabilidades y el ritmo acelerado pueden hacer que normalicemos ciertos niveles de estrés. Sin embargo, es crucial estar atentos a las señales que nos indican que la ansiedad podría estar dejando de ser una respuesta ocasional para convertirse en un problema que requiere atención. A continuación, te mostramos algunas señales de alerta clave en adultos que sugieren que la ansiedad podría estar afectando su bienestar diario.
- Preocupación constante: Te cuesta “apagar la mente”, incluso en momentos de calma.
- Problemas para dormir: Dificultad para conciliar el sueño, despertarse con mayor frecuencia o sensación de no haber descansado.
- Fatiga física y mental: Te sientes cansado todo el tiempo, incluso sin haber hecho un gran esfuerzo.
- Dificultad para concentrarte: Te cuesta mantener la atención o tomar decisiones, por simples que parezcan.
- Tensión muscular e irritabilidad: Tu cuerpo está en alerta constante y eso genera malestar físico y emocional.
¿Y en los adolescentes? Síntomas que no siempre se ven
La adolescencia es una etapa de grandes cambios, lo que puede hacer que los jóvenes sean particularmente vulnerables a la ansiedad. A menudo, los jóvenes pueden experimentarla de manera diferente a los adultos o incluso a los niños más pequeños.
Por ello, es fundamental conocer las señales de alerta específicas en esta edad, que podrían indicar que necesitan mejorar su bienestar de forma significativa.
- Cambios de humor bruscos: Irritabilidad, tristeza repentina o explosiones emocionales.
- Aislamiento social: Dejan de disfrutar de lo que antes les gustaba o evitan interactuar con los demás.
- Descenso del rendimiento escolar: Falta de concentración, miedo a equivocarse o a ser juzgados.
- Síntomas físicos sin causa médica: Dolores de cabeza, náuseas, molestias estomacales frecuentes.
- Refugio en pantallas: Pasan muchas horas viendo videos, jugando o en redes sociales como forma de evasión.
¿Cuándo es momento de pedir ayuda?
Una buena pista es preguntarte: ¿Esto interfiere con mi vida diaria? Si tu ansiedad afecta tu forma de trabajar, estudiar, relacionarse o simplemente disfrutar de lo cotidiano, entonces es momento de darte permiso para buscar apoyo. No tienes que esperar a “tocar fondo” para actuar.
No necesitas tener todo claro para empezar. Estos son los primeros pasos hacia tu bienestar personal:
- Reconócelo sin juicio: Sentir ansiedad no te hace débil ni exagerado/a.
- Habla con alguien: Compartir lo que sientes con una persona de confianza puede aliviar mucho.
- Cuida tu cuerpo y mente: Dormir bien, alimentarse con calma, moverte un poco cada día y practicar respiración consciente puede ayudarte a bajar la activación.
- Escribe lo que sientes: A veces, ponerlo por escrito da perspectiva.
La terapia adecuada es el camino de la sanación personal
Ir a terapia no significa que estés “mal”. Significa que quieres estar mejor. En el espacio terapéutico trabajamos para entender tu ansiedad, de dónde viene, cómo te afecta y qué puedes hacer para gestionarla. La primera sesión no tiene que parecer intimidante, puesto que en realidad es el inicio de un proceso muy valiente y transformador.
La ansiedad puede nublar la visión y hacerte creer que no hay salida. Pero sí la hay. Y empieza con un pequeño paso: reconocer lo que te pasa y buscar el acompañamiento que necesitas. Estás a tiempo de sentirte en paz contigo mismo/a y de volver a disfrutar de tu vida.
Si te has sentido reflejado/a en alguna de estas señales, no estás solo/a. Dar el primer paso puede dar miedo, pero también es un acto de valentía. Estoy aquí para acompañarte.
Ponte en contacto conmigo para reservar tu primera sesión y descubrir cómo la terapia puede ayudarte a recuperar la calma y volver a disfrutar de tu día a día. Recuerda que la ansiedad no define quién eres. Pedir ayuda es comenzar a cuidarte.
